En estos días previos a la Navidad los aficionados a la pesca de ciprínidos están consiguiendo resultados espectaculares no tanto por la cantidad como por el tamaño de las carpas. El pasado domingo, en el escenario de Castronuño, en Valladolid, pescadores leoneses y zamoranos competían en un concurso amistoso. Al final fueron los de Benavente quienes se llevaron el gato al agua. Curiosamente, durante la prueba, en la que participaron treinta aficionados, se pescó mal. Finalizada la misma y a partir de las tres de la tarde, las carpas comenzaron a picar consiguiéndose, fuera de concurso, numerosos ejemplares. Al tratarse de un escenario deportivo social perteneciente a la Junta de Castilla y León, todos los ejemplares fueron devueltos a las aguas en perfectas condiciones. La norma obliga a que todos los pescadores dispongan de un rejón en el que se depositan los peces que, una vez medidos y pesados, son devueltos al río.

Las abundantes precipitaciones que vienen cayendo en este otoño han elevado de forma espectacular el caudal de los ríos. Los embalses se mantienen en mejores condiciones pues al comienzo de las lluvias estaban casi vacíos. Además y en los ríos las aguas bajan muy revueltas y con frecuencia totalmente embarradas. Esta circunstancia no favorece la pesca, pero tampoco la imposibilita ya que la carpa y el barbo disponen de un fino olfato que les lleva hasta el cebo. Precisamente los aficionados a este tipo de pesca se quejan de que sea Castilla y León la única comunidad en la que está prohibido el cebado de las aguas, incluso en las competiciones donde los peces siempre son devueltos a las mismas. Esta normativa legal establecida en la Ley de Protección de los Ecosistemas Acuáticos y de la Pesca de Castilla y León no puede vulnerarse a tratarse de una normativa superior a la propia reglamentación anual. Por esta causa los pescadores que compiten a nivel nacional consideran que parten con una clara desventaja al imposibilitárseles entrenar con la práctica habitual del cebado. Tampoco en la comunidad pueden celebrarse concursos nacionales por este motivo, pese a que se dispone de muy buenos escenarios para ciprínidos.

Otro de los peces que se pescan habitualmente en estas fechas es el lucio. A diferencia de las carpas el «tiburón de río» caza sirviéndose de la vista y de su enorme velocidad de arrancada. Si las aguas bajan turbias el lucio no ve y no ataca. No está siendo un buen año de lucios, pero es previsible que cuando las aguas vuelvan a su cauce se pesque bien. Enero y febrero, meses previos a su reproducción, suelen deparar las mayores capturas.